Mantener un rebaño sano y productivo no sólo protege la salud de los trabajadores y consumidores, reduciendo los riesgos de transmisión de enfermedades zoonóticas, sino también contribuye a una actividad más sostenibles.
La bioseguridad en la industria lechera es un concepto cada vez más internalizado por el eslabón primario de la cadena productiva. Y se refiere al conjunto de medidas y prácticas diseñadas para prevenir la entrada y propagación de enfermedades en las explotaciones lecheras, protegiendo la salud de los animales, la calidad de la leche y la salud de los trabajadores, lo que incluye medidas como protocolos de higiene, control de acceso, manejo adecuado de los animales, vacunación, limpieza y desinfección, entre otros.
Según explica el médico veterinario Claudio Parada, profesional del área de Sanidad y Alimentación de Prinal, empresa enfocada en productos, servicios y asesorías que brinden soluciones tecnológicas al sector lechero, proteger la salud de las personas y de los animales frente a riesgos biológicos se enmarca también dentro del concepto de sostenibilidad del negocio lechero.
“A nivel predial, la bioseguridad implica el uso de insumos y procedimientos que garanticen un manejo seguro y saludable de animales, minimizando riesgos de transmisión de agentes contaminantes y el desarrollo de enfermedades, y con un marcado aspecto de trazabilidad para que no lleguen al medio ambiente”, destaca Parada.
La importancia de la bioseguridad en la industria lechera, añade el profesional, radica en varios aspectos, pero principalmente contribuye en prevenir la entrada y propagación de enfermedades infecciosas entre los animales, lo que puede afectar su salud, bienestar y producción de leche, ayudando en consecuencia a mantener un rebaño sano y productivo.